DESAYUNO CON EL HILO ROJO

Amanece con un ligero hormigueo en el dedo meñique de la mano izquierda cada mañana.

Duda si será por haber bajado la dosis de la medicación, tiene miedo a sentir adormecida alguna parte del cuerpo. Este cosquilleo parece distinto, la descoloca y le preocupa. Es una picazón agradable que ya la arrastra meses.

La curiosidad, la lleva a preguntar a su amiga Siri, es un portento y seguro que le da la información que busca. De inmediato le responde con varios enlaces, todos relacionados con atrapamientos de nervios, síndromes, enfermedades… No, no es lo que busca. Le vuelve a preguntar y nada, Siri está saturada y más perdida que “el barco del arroz”.

Ella además del agradable adormecimiento nota un cosquilleo que le llega al corazón, sentir eso no debe ser malo.

Investiga por su cuenta, prescindiendo de Siri. Después de un rato descubre la arteria Ulnar, es la que conecta el dedo meñique directo al corazón.

Encuentra una historia unida a esta arteria. Una leyenda, habla de un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan.

Un hilo rojo invisible conecta de meñique a meñique, a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper.

Los hilos rojos unen los meñiques con los corazones, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos.

Entre dos o más personas que están destinadas a tener un lazo afectivo existe un hilo rojo, que viene con ellas desde su nacimiento, a veces puede estar más o menos tenso.

Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia.

No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin verla, ni siquiera importa si vives en la otra punta del mundo, el hilo se estirará hasta el infinito, pero nunca se romperá. Su dueño es el “destino”. 

Un hilo rojo al que no podremos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia, que no podremos romper ni deshilachar. Directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los profundos, esos que simbolizan el antes y por los que no hay después. El amor de una madre, de un padre, de un hermano, de un niño, de un amigo, de un hombre o de una mujer.

En ocasiones, las “casualidades” son tan fuertes que no dejan lugar a dudas… Almas gemelas se llaman, corazones entrelazados con una o varias eternidades por vivir…

Nada es fruto del azar. Ese hilo lleva contigo desde que naciste, y te acompañará a lo largo de tu vida, guiando tu futuro y haciendo que te encuentres con todas esas personas con las que te tienes que encontrar. Y, ¿cómo lo sabrás? Según la leyenda, simplemente, lo sabrás.

La magia del corazón.

«Nunca podrás escapar de tu corazón, así que es mejor que escuches lo que tiene que decirte…», Paulo Coelho.

Hilos rojos…QUIERO MÁS.

Beautiful young woman on beach with scarf