DESAYUNO CON ELENA LLISO

Ha quedado a las diez y media. Por si estacionar cerca resulta imposible, cuando lo cree conveniente y encuentra un hueco, decide aparcar, quedándose a dos minutos de distancia andando.
A qué paso? A qué velocidad?. Porque antes de llegar «la campana del campanario de Campanar» le avisa que ya son y media. En el barrio se rigen por el campanario, los cuartos, las medias y en punto.
Aligera el paso, quiere ser puntual y no causar mala impresión. Aunque ya es imposible.
Gira la esquina de Calle Rascaña, y en la Calle Valdelinares, número 19,
se encuentra la puerta abierta «de par en par».
En cuanto traspasa el umbral, reconoce la atmósfera, cálida y seca; y el olor a partículas volátiles de óxidos y esmaltes evaporados. El horno cerámico ha estado trabajando de noche, como es costumbre para un ceramista. Cuantas noches de nocturnidad e insomnio pensando en como irá el fuego.
José se encuentra tras el mostrador. Elena dentro, en el taller, descargando el horno.
Antes han estado en el gimnasio, en body pump. Éste será el tercer café de Elena, el primero se lo ha tomado en la terraza de su ático, emplazado estratégicamente en Burjassot, desde donde tiene toda la panorámica de Valencia, iluminada por la noche y despertando cada mañana. Puede ver Santa Catalina y el Miguelete en todas sus horas. Esa postal no la cambia por nada.
Está guapísima, el gimnasio le ha sentado bien, es imposible que exista dos personas con los mismos ojos. Ya no por el color irrepetible, sino por la expresión; trasmiten vida, ilusión, entusiasmo, diversión y cordura. Se prepara un té, mientras a ella le sirve un café con leche.
Su timbre de voz es limpio, transparente y cuando acaba las frases emite una melodía vibrante rozando lo infantil, que enamora y encandila. Definiría su voz y su sentido del humor, entre Loles León y Lina Morgan.
Duerme poco y le da para mucho.
Ella no es campanera, es adoptada, los campaneros son muy especiales, pero ella ha calado hondo, hace los trofeos para la banda de música, para eventos del barrio, que antes era un pueblo; le son fieles y le mantienen activo el negocio. Quién no la adoptaría? Si es un encanto!
Da clases en el colegio público y en el CAES, Centro de Acción Educativa Singular, permite que los niños más desfavorecidos, tengan una vez al año un taller de cerámica, prefiere ganar menos y que no les falte esta oportunidad. Se apaña «igual de bien» con los niños, que con los mayores.
Es muy exigente y crítica con su obra y con las exposiciones, se las prepara con mucho tiempo de antelación, muy estudiadas y con precisión.
La técnica de la cuerda seca, la hace con los ojos cerrados.
Desde los nueve años iba a un taller de cerámica, los viernes, con una señora autodidacta, a la que clase tras clase, superaba a la tal «Ana».
Ella no para de trabajar, incluso se lleva trabajo a casa.
Mientras feliz le cuenta su vida, no para quieta un segundo. Perfilando los cantos de futura bisutería de porcelana o con pincel en mano decorando azulejos, imitando siglos pasados, para reponer en una capilla que están restaurando.
Entre medicina y Bellas Artes, sin dudar eligió… Cerámica, recibió el apoyo incondicional de sus padres.
Se matriculó en Historia del Arte, pero su trabajo crece como la espuma y todavía la tiene pendiente.
Se remonta al nacimiento de su hijo Elvis, con los puntos recién quitados del parto, abrió la persiana al día siguiente. Elvis se ha criado en el taller, por debajo de las mesas, y el horno. Él no se caía, él se tiraba, es fuerte como un roble.
Ella se pasa la vida a dieta y los demás la tienen que acompañar, aunque dieta no le hace falta.
Con Elvis recién nacido, un domingo mientras hacían la siesta los chicos, creó una página web. Lo que no haga esta mujer?
Así despertó a José:
_ Qué sepas que tienes una tienda on line que se llama www.rockerosyrockeras.com. !
Esto sucedió cuando a José se le iba a acabar el paro y hoy es el único distribuidor de Rock en España.
Las primeras ventas fueron sus vestidos de vuelo, que su madre le había confeccionado. Se los quitaron de las manos.
Hablando le contagia sus risas y sus pasiones. Desde los 80 es roquera y ella piensa que entonces estaba comiendo piruletas y Elena ya le daba cuatro vueltas.
El rock no puede faltar, como música de fondo, prefiere el de los 50 hasta el 65, pero… Rafael, con ese, se viene arriba con cualquier canción, en su casa se escuchan los vinilos y la batería que hay en el centro del salón, donde Elvis toca de oído, después de haber pasado por el violonchelo, porque al contra bajo no le llegaban las manos. Ahora el waterpolo es su afición.
Su vida está llena de concentraciones, festivales, viajes, la Penélope de Benidorm.
Las anécdotas de «Beniyork», dan para otro desayuno.
Es muy ordenada en todas sus facetas, trabajo, taller, economía, viajes, dieta… Se organiza un menú semanal, lo tiene todo bajo control.
Le comenta que le da ansiedad cuando ve a los alumnos que asomaban la nariz por encima de la mesa, bajar de sus propios coches. Cuando pasa por el instituto y los ve salir a todos de calle, uniformados y añora cuando había razas, porque en Valencia las razas eran urbanas.
Interrumpe una clienta-alumna que tiene dudas de un trabajo que ha hecho y quiere apuntarse al próximo curso. Cómo no van a quererla? si trato con mayor dulzura es imposible que exista.
Para poder hacerle una foto, tiene que pedirle que se pare un instante, porque se mueve más que un secundero.
Ella tiene muy claro que «el agua es clara y el chocolate espeso».
La vida no le da para más, necesita tres o cuatro vidas para hacer únicamente lo que está pensando en ese mismo momento. Aprovecha y vive dos, en paralelo, la artística y la rockera.
«Vivir viven la vida que quieren y vivir viven bien», pero…
Millonarios no se van a hacer, porque José entra a cada rato, preguntando a un cliente que descuento van a hacer.

Elena Lliso… QUIERO MÁS.