DESAYUNO CON MIGUEL

Hoy es San Miguel y el clima en Valencia se comporta, como viene siendo tradición.
Entre el verano y el otoño, siempre cae la de Dios, pero cuando llega el 29 de Septiembre, ja!, no hay santo sin sol. Aquí le llaman «el veranillo de San Miguel».
Migueles tiene dos, uno le pasa cuatro años en edad, el otro su clon, pese a ser pequeño, le pasa en sabiduría y picardía.
Del mayor recuerda, como jugaban en el sofá, con los cojines a hacerse cabañas, como se mezclaban las «barbies» con los «geyperman». Tareas de cole en la mesa del comedor, y las de verano en la terraza. Y siempre, siempre sonando una guitarra. Concierto de Aranjuez, de Paco de Lucía, resonaba por la fachada. Autodidacta, con diez años, leyendo fascículos de kiosko; con catorce pedía por favor conservatorio y plena dedicación. Ir juntos a la paraeta del señor Pepe, por el callejón, a por tebeos, sobres de soldaditos y recortables para ella.
Ejércitos, trincheras, tanques, séptimo de caballería, desplegados por la casa, la salvaguardaban. Ahora también lo sigue haciendo, en silencio, la observa, le lanza toda la energía que posee en su interior, para sanarla.
La lleva en coche a cantar, cada lunes, con «la niña del lago» silencioso pero gracioso, antes la llevaba en bicicleta, subida detrás, mientras ella tarareaba. Cuantas veces se quedó dormida en su espalda, dando vueltas, como un tiovivo, a la mesa de pin pon. Otras veces ella le seguía en triciclo blanco y rojo. Era su héroe y él no lo sabía. Pelo rubio y ojos almendrados, los mismos rasgos y físico que la genética le ha otorgado «a su soldado».
Capas y disfraces inventados, espadas con raquetas y palos.
Paseos largos y acelerados de camino al colegio y estar atento hasta girar la vuelta de la esquina.
Cuantos dragones y moscardones le habrá espantado!
Tiempo le faltó, cuando descubrió que perdía los recuerdos y que la música hace milagros, para regalarle un piano.
Ella ahora toca el piano, mientras agradece a su hermano.
Él es música, en clave de sol.

Música… QUIERO MÁS.

Amparo Andrés Parriego