DESAYUNO CON OLVIDO

Cuando vuelve del baño, la conversación ha tornado un giro.
Por lo que escucha, están hablando de alguna enfermedad. Si influye la genética? Si la investigación avanza? Si saben por dónde ir? Si ha habido algún otro caso en la familia?
En cuanto se dan cuenta que él está presente, cambian de tercio.
Empieza a dar vueltas en su cabeza, preocupado si tanto se le está notando. Total, por unos despistes. Hoy no le ha ido tan mal, bueno… No ha podido disimular , se le había olvidado sacar la ensalada de la nevera. Sacó el melón para el postre y la uva la descubrió por casualidad. No recordaba ni haberla comprado.
Desde que vive solo, se apunta todas las cosas; y lo que no anota?
Llega del supermercado y al guardar los alimentos en la despensa, descubre que ha duplicado por segunda vez, más de lo mismo.
Suena más veces el teléfono, de lo que está acostumbrado. Su hijo está más pendiente que nunca.
Quién es esa mujer con la que habla? Qué hace en mi casa? No la conozco. Se habla para sí mismo.
Qué estaba yo haciendo?
Empieza a recordar cuando jugaba con su hermano mayor, a hacerse pistolas con las pinzas de la ropa.
_Papá! Elvira ha preparado una maleta con tus cosas. Hay algo especial que quieras llevarte?
_Nada. Yo no quiero ir a ningún sitio. La última vez que fui de vacaciones a la playa, mi hermano me enganchó con un anzuelo y mira como se me quedó el dedo. Siempre me pasaba algo cuando salía de casa. No hagas ninguna maleta, no voy a ninguna parte.
_Papá! Ya lo hablamos ayer. Te hemos buscado un sitio donde vas a estar bien atendido. No te olvidarás de tomar las pastillas.
_Qué pastillas?
_Lo ves!
_Qué veo! No tengo que ver nada. Dile a esa que esta ahí recogiendo mis cosas y metiéndolas en una maleta, que se vaya, que yo no voy a ninguna parte.
_Papá! Es Elvira, mi mujer.
La mira examinando. Hace gesto de incredulidad y se mantiene callado.
El hijo se da cuenta de un detalle.
_Qué haces? _Le pega un manotazo en la espalda.
_Abrocharte papá! Has salido del baño sin abrocharte el pantalón.
Refunfuña y carraspea en su garganta.
El hijo traga profundo el amargo momento.
Después de recorrer unos cuarenta kilómetros en coche, sin olvidar la maleta, pasan a un vestíbulo donde les recibe una enorme señora de pelo enroscado y uniforme apretado. Queriendo ser amable, saca la sonrisa forzosa y dice:
_Ernesto Sánchez, habitación 321.
(Tres, Dos, Uno,…)
Recordar… QUIERO MÁS.
Amparo Andrés Parriego