DESAYUNO CON PINOCHO (CUENTO DE NAVIDAD – PARTE II)

Localizar a Geppetto fue fácil, por lógica y dadas las fechas en las que se encontraban ante la demanda de juguetes de madera, ella supuso que estaría en los talleres de Papá Noel, prestando ayuda en acabar todos los pedidos a tiempo, antes de la Noche Buena.
Allí, muy cerca del Polo Norte junto a decenas de elfos navideños, ultimando los regalos que piden los niños a través de sus cartas en una villa situada en el Círculo Polar Ártico, específicamente en Rovaniemi, Finlandia, estaba Geppetto.
Se quedó tranquilo al saber que Pinocho estaría con ella y con Pepito, en una cálida casa en el Valle de las Flores.
Más complicado resultaba localizar a Juan Ramón Jiménez. No podía estar muy lejos, su cumpleaños estaba al caer, el 23 de diciembre. Pensó que igual era más fácil localizar a sus sobrinos, bien en Trigueros o en Fuentepiña. De momento Platero no daba que hablar, olisqueando las flores y jugando con las mariposas.
_” ¡Qué reguapo estás hoy, Platero! ¡Ven aquí …! ¡Buen jaleo te ha dado esta mañana Pinocho!”
_ “¡Qué guapo estás, hombre! – le repite.”
“Y Platero, lo mismo que un niño pobre que estrenara un traje corre tímido, hablándole, mirándole en su huida con el regocijo de las orejas, y se queda, haciendo que come unas campanillas coloradas, en la puerta…”
A Pepito Grillo su conciencia no le permite estar de brazos cruzados. Ha cogido un pincel del bote que hay sobre la mesa del estudio y está barre que barre de arriba a abajo la casita de muñecas, su mansión.
Pinocho ha empezado a desenredar los hilos rojos, está concentrado y de vez en cuando se columpia para recrearse o pasar de un hueco a otro de la estantería.
Ella empieza a disfrutar de la visita tan inusual, siempre ha sentido admiración por todos ellos, tenerlos tan cerca y pasar unos días juntos tan señalados es un plan magnífico.
Les lleva toda la mañana dejar aseada la casita para Pepito. Reponen la despensa con semillas, migas de pan y pedacitos pequeños de fruta.
Junto a la leñera que hay al salir del garaje hacen un hueco para pienso y agua, así Platero cuando deje de juguetear con las florecillas y los pajarillos, podrá beber y comer.
Ordenar los hilos rojos es un trabajo de mucha paciencia, Pinocho ha adelantado bastante y necesita un descanso o una distracción. Por las fechas que son, decorar la casa con ambiente navideño puede ser divertido con ellos. En el garaje están todas las cajas con los adornos esperando salir un año más. Casi casi tintinean y suenan cascabelillos, es probable que si no empiezan a sacarlas les salgan patas y ellas mismas empiecen por su propio pie. Por un momento ha perdido de vista a Platero, los cascabelillos suenan de verdad. Lleva un rato husmeando por el trastero, rebuznando alegre y dicharachero.
_ ¡Platero! Ja, ja, ja _ella no puede contener la risa_ ahora sí que estás guapo.
Platero sale trotando con la corona al cuello tan feliz, y un gorro de Papá Noel entre oreja y oreja, ocultándole los azabaches y la vista. Cabecea intentando despejar la mirada y lo único que consigue es topar con la pared.
Si algo caracteriza a Pepito son sus reflejos, en un chasquido de dedos está sobre la nariz de Platero, apartando el gorro y despejando su perspectiva. Pinocho da vueltas descontroladas riendo y entre vuelta y vuelta se enreda con los cables de las guirnaldas de luz que arrastra Platero con sus patas, acabando de cara contra el suelo y cumpliendo unos de sus sueños, durante unos segundos “Pinocho es chato”.
Las risas de todos se entremezclan con quejidos silenciosos por vergüenza a demostrar que un golpe duele.
_ ¡Vaya par de narices tenemos ¡_ dice Pinocho mientras ve como crece su nariz y la de Platero a causa de la inflamación.
_ ¡Chicos os veo un poco torpes!, necesitáis un descanso. Os propongo tomar una taza de chocolate caliente mientras decoramos la casa y escuchamos villancicos.
A todos les parece una idea genial. Comienzan a subir las cajas al salón, mientras ella prepara el chocolate y conecta la música, se les ve felices bailando y cantando.
Cuando ya está lista la merienda se sientan junto a la chimenea, Pinocho por supuesto guardando las distancias.
_Os voy a contar el significado de la corona mientras tomamos el chocolate.
_¡Eso, eso! _exclama Pepito_ yo quiero ser consciente de su significado.
_La corona de Navidad o de adviento _comienza ella a contarles bajo sus atentas miradas_ se caracteriza por estar hecha con ramas de pino o abeto y tener cuatro velas. Adviento significa “venida”. Elcírculo representa el renacer de la naturaleza después del invierno, es un símbolo de esperanza por la llegada de la primavera. Las ramas y hojas simbolizan la naturaleza. Las velas, se emplean para homenajear al dios del sol y rendirle culto como símbolo de vida, para que no dejara de iluminar los días más oscuros y fríos del año, que en el hemisferio norte coincide con el invierno. Los cristianos tomaron y adaptaron el rito de la corona para explicar la fe y el significado de la Navidad.
Los tres se habían quedado perplejos escuchándola, con bigotes de chocolate relamidos frente a la chimenea.
_ ¡Venga, vamos a colocar la corona ahora que ya sabemos su sentido!
Platero era el más indicado para colgarla, puesto que aún la llevaba de collar. Transformó su torpeza en destreza y de un respingo, tras una graciosa sacudida, atinó y de la puerta blanca acorazada pendía una preciosa corona con ramas de abeto, velas y luces.
Pinocho se encargó de poner el Nacimiento, las piezas eran de madera tallada. Pepito, el más saltimbanqui colocó los adornos del árbol, trepando de rama en rama, a veces se camuflaba y costaba saber si seguía allí o había desaparecido. Como era consciente de la preocupación de ella, de vez en cuando daba un “silbidito” y se hacía ver asomándose entre las bolas y adornos.
Ella se encargó de dar luz a toda aquella escena. Envolvió de guirnaldas el árbol y la atmósfera Navideña. Con la arandela de una botella de plástico, confeccionó una corona en miniatura para que no faltase en la casita de Pepito grillo.
Al acabar de decorar la casa y la pequeña mansión, se les notaba cansados. Se sentaron de nuevo junto a la chimenea, arropados con la manta tejida de lana roja y les empezó a leer “NAVIDAD” un fragmento de “Platero y yo”.
“¡La candela en el campo!… Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de todo azul, con un indefinible amarillor en el horizonte de Poniente… De pronto, salta un estridente crujido de ramas verdes que empiezan a arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de puras lenguas momentáneas, que parecen lamerlo.
¡Oh la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas, azules, se pierden no sé dónde, taladrando un secreto cielo bajo; ¡y dejan un olor de ascua en el frío! ¡Campo, tibio ahora, de diciembre! ¡invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!
Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, a través del aire caliente, tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, pobres y tristes, a calentarse las manos arrecidas, y echan en las brasas bellotas y castañas, que revientan, en un tiro.
Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego que ya la noche va enrojeciendo, y cantan:
…Camina, María,
camina José…
Yo les traigo a Platero, y se lo doy, para que jueguen con él.”

El relato contiene fragmentos de «Platero y yo», Juan Ramón Jiménez.