DESAYUNO CON SOLDADO

Dragones alados de dos cabezas.
Zoológicos improvisados donde habitaba cuaternario y glaciar ártico junto al amazonas, sin entender de siglos y climas.
Ciudades imaginarias colapsadas por el tráfico denso en múltiples colores y diferentes escalas recorrían las baldosas.
Paredes empapeladas con mensajes de amor procesado desde el corazón y algún Picasso, un Guernica en el sofá, con firma indeleble.
Equitación con Pocholo y Spitit, esgrima en el Cabañal, Tenis en cancha de verano, natación por seguridad.
Teatro por muchos años su principal actividad.
Pinitos en el mundo del teatro y la publicidad.
Miedo a los campamentos por ambos costados, sus armas, espadas de filo modo caricia. Heridas de tirita y otras de preocupación.
Cabello dorado y brillante, caballero de arco y gigantes.
El Quijote y Rocinante por la noche, a dos velas. Letreros en el techo, esquemas de conocimiento y toques de pinceladas fluorescentes.
Recorrer castillos impresionantes, entrar en bermudas y salir con armadura. Batallas que preocupan en la sangre.

Risas en los mercados por melones alterados , más risas en pasillos con tropiezos, buscando brochas de proyectos inacabados.
Tortillas y sopas rezando que fueran vitamina suficiente.
Abrazos en la cocina, caricias en el pelo, besos de buenas noches.
Mi cómplice, mi vida, mi soldado.

Mi soldado… QUIERO MÁS.

Amparo Andrés Parriego