Desayuno déspues de la ducha

La conoció recientemente, fué por sorpresa, en un acto social de interés cultural. Parece que se conocen de toda la vida, hablan de vinos, de recetas, del tiempo, de la vecindad, de geografía, de coincidir algún día y así ella poder escribir en su diario lo real y lo imaginario.
Sobre páginas digitales, le dice a ella:
_Al fondo a la izquierda después del baño está el dormitorio. Encontrarás toallas, coge una doble, seca mejor.
Él va caminando por el pasillo, desnudo ya. Siente como le sigue. Ella conoce muy bien su cuerpo, él ya se ha desnudado en público.
Ya en la ducha, el agua comienza a llegar a la temperatura óptima.
Alcanza la botella de gel y acaricia su muñeca.
La esponja absorbe el «encanto requiebro de su cintura…» *
La abraza y se esfuma.
La mampara embriagada de gotas, baños y sombras, dibuja figuras.
Colgada en la percha, la toalla doble, la coge, se envuelve, seca las gotas mojadas y la humedad creada.
Ya en la cocina prepara un café SOLO y un paracetamol.
Se asoma por la ventana, para comprobar que el diapasón andante oscila de parte a parte, al mismo ritmo de todos los días, marcando rutina. Pícaro sonríe y hace un guiño…Puf! Esta vez soñé!
Quizá dentro de dos meses, partiendo de distintos orígenes, en alguna carretera, nos crucemos o quizá ya no haga falta.
Ella escribe desde el banco de la alameda, bajo la sombra del cedro, con un solo dedo y en distinta ubicación, le ha robado un sueño y un desayuno.
Café solo… QUIERO MÁS.
Amparo Andrés
*Frase adaptada, de Sergio Ombuena.
FOTO: Ducha en algún rincón de Australia