DESAYUNO EN EL CAFÉ MADRID

Ella lleva despierta unas buenas horas, ha preparado una cafetera grande, de las de toda la vida, italiana, con café de tueste natural, a fuego lento, con mucho amor, vigilando no llegue a hervir y se altere el sabor. Hay que apagarla en el momento justo, ella tiene pillado el punto.
Deja que él descanse un poco más, anoche notó que necesitaba cumplir con más horas de sueño.
Tiene planificado como disfrutar del domingo,
primero irán a casa de su amigo Blasco, la llamó diciendo que necesitaba hablar con ella, seguro que insistirá en que se queden a comer, negarse es ofenderle.
Mientras desayuna, contesta a los mensajes recibidos en el móvil. Cuando se trata de una persona de su agrado, no puede ocultar su sonrisa. Aunque verla seria, es complicado. Siempre está tarareando canciones a la vez que piensa. Con los labios juntos, deja salir la melodía, esta vez suena en su cabeza, Matrimonio de Amor, de Richard Clayderman.
Dedica unos minutos a organizarse la agenda de la próxima semana, tiene visitas, reuniones, más formación, clase de música…tiempo para imprevistos…ese hueco siempre se llena.
Considera que ya es el momento de despertarlo y vestirse.
El sol es intenso y hasta molesto, elige un vestido cómodo, en todo el verano no se lo había puesto.
Él desayuna, se toma su tiempo.
De camino a casa de Blasco, el tráfico está insoportable, denso y torpe. La temperatura es elevada para estar rozando el otoño.
Nada es lo que parece, el descanso a él no le ha debido sentar bien o necesitaba más, o el tráfico, o tiene sed, o tiene calor, o que se yo.
En casa de Blasco todo sale perfecto, la conversación, la comida, el café, los amigos que le presenta, la familia. Programan quedar en unos días, para seguir con el proyecto que le ha planteado.
Cuando salen de allí, él aún está tenso.
El viernes ella se quedó con ganas de tomar un agua de Valencia. La mejor la sirven en el Café Madrid. Ella propone y él dispone.
Cuando entran en el local, hay dos parejas, acabando sus copas. Ellos se sientan en el rincón, posturean, se hacen fotos. La decoración y el ambiente ayudan a que salgan las mejores imágenes del día.
Él ya se va destensando.
Menos mal! Porque aquello era peor que un dolor de muelas!
Les sirven dos copas con vodka, ginebra, cava, azúcar y zumo de naranja, en las proporciones justas.
De pronto ella pega un salto en el sillón de terciopelo. El móvil bajo el muslo, en modo vibración, la ha sobresaltado.
Con el brinco, ha notado algo extraño en la espalda.
La cremallera! El vestido se abre en dos, desde la nuca hasta los hoyuelos de venus y más abajo.
_ No puede ser!
_ Qué te pasa?
_ La cremallera! Se ha abierto. Ahora me acuerdo porque no me ponía este vestido. Jajajajajaja
Las copas ya van haciendo su efecto.
Se gira de cara a la única pareja que queda en la estancia, para que él le cubra la espalda.
Pensando… Madre mía! Con lo torpe que es, se va a quedar con el tirador en la mano.
Una nueva pareja aparece, entran con ganas de tomar dos copas.
A él la tensión se le transforma, en concentración.
Ella pensando en la situación, en como va a salir de esta, si vestida o desnuda,…está claro que por la puerta.
Las risas se les apoderan, la contagian a los veteranos y a los recién llegados. Risas y espectación, cómo va a quedar la cosa?
Ella sigue bebiendo sorbo a sorbo, si total! o mejor de un trago? así será menos consciente del momento salida.
Trago va!
Él primero intenta, que aquello baje del todo, que luego suba,… Ella pensando en sus manazas, el tirador, la cremallera, la vibración… del móvil, con un ocho por ciento de batería. Eso no le da ni para llamar a Murphy y preguntarle, qué tal la familia?
Risas, risas…
_ Tranquila, relájate!
Otra sacudida del móvil.
Otro trago!
_ Qué me relaje? Uff!
Los otros cuatro, más pendientes de ellos que de sus copas.
_ Si ya no sé si he bebido un agua de Valencia o la copa de Europa.
_ Ja ja ja
_ Nos va a tocar salir, tú detrás de mí, yo subida en tus pies, llegar como podamos a un souvenir, comprar un delantal de, «Yo te hago la mejor paella» y colocármelo por la espalda, como una capa de súper heroína.
En su cabeza visualiza la escena de la película, «La fiera de mi niña».
_ Ya está!
_ Ya está? Ya te has quedado con el tirador en la mano?
_ No. Todo bien! Está todo bien.
_ Uff! Menos mal! No todo bien no está. Tengo que ir al baño.
_ Puedes ir tranquilamente.
_ No tranquilamente no. Me he bebido la America’s Cup, casi de un trago. De aquí al baño, tengo que trazar una trayectoria, una línea imaginaria en el suelo y veo que no hay donde agarrarse.
_ Ja ja ja ja. Espera a que se te pase
_ Y nos darán, las diez, las doce, la una.. Y con público, que esta gente está deseando que les de la espalda.
Hacen tiempo, para que el «zumito de naranja» baje su efecto. Consigue caminar sobre la línea imaginaria de trazo zigzagueante. Salen de la mano y deciden quién conduce echando una moneda a tomar viento.
Ya en casa se tira en la cama riendo, descansa, sueña, baila y toca al piano «Matrimonio de Amor» de Richard Clayderman.
Agua de Valencia… QUIERO MÁS.

Amparo Andrés Parriego