DESAYUNO EN LA ESCUELA DE MÚSICA

Durante el trayecto van cantando, «la niña del lago» porque es su costumbre, ella porque no ha tenido tiempo de practicar en siete días.
Les sirve para calentar la voz, pero calentarla la calientan a risas.
Risas de las que duele hasta la mandíbula, hasta los músculos que desconocen hay en el estómago y la cara.
Llorando lagrimones que empañan la mirada de tanta felicidad.
La pequeña con quince años; ella de sobra completada la tercera vez que cumple quince.
Entran como dos chiquillas en la clase de música, la una sin la otra, no tendría sentido estar allí.
Las paredes de la academia son estrechas, las acogen con aplausos y risas también.
Y allí está Alba, espectacular, cada día más bonita. Ojos grandes y vivos, labios perfectamente definidos, y su voz aguda, en el marco de una armonía. Ella es superior.
Las tiene enamoradas a las dos, por todo, por su persona, por su calidez, por su frescura, por su simpatía.
Las tres juntas es mortal, ganarían una batalla haciendo morir de risa al enemigo. Nadie se les resistiría.
Entre risas y partituras aprenden a buen ritmo, «in crescendo».
Ayer la clase fue especial, les dió una lección magistral.
Comenzaron por la respiración, por los abdominales hipopresivos, a cuatro tiempos, en cuatro fases. Calentaron las voces, dando el tono, con notas de piano y a timbre de riiiiiiiiiii… sas, pasando por toda la escala musical.
Una dulce, relajada y melodiosa, la otra a toda potencia descontrolada.
A veces destrozan la canción, otras dan con la melodía.
Ayer Alba se emocionó al tenerlas delante, su estado actual la endulza y la sensibiliza, está esperando llegar la novena escala y escuchar la nota más bonita, que jamás habrá oído y llenará su vida.
Les habló de las facultades que tienen, de como los miedos les quiebra el agudo. Del descomunal progreso y superación que ha visto en ella. Del esfuerzo, de las dificultades en las primeras clases para atinar las teclas del piano, de la torpe memoria para recordar las letras de las canciones. De su avance, de su tesón, de su potencia. Power, como dice ella.
Les dió la lección más bonita de la vida.
De tanta emoción, rieron, cantaron, lloraron, se abrazaron…

Gracias Alba, por guiar mis dedos, mis neuronas y mi voz, por llenar de música y risas mi corazón.

Alba, yo te… QUIERO MÁS.

Amparo Andrés Parriego.