DESAYUNO EN PICASSENT

A la cita de cada año no pueden fallar. Les gustaría multiplicarla y que fueran más las veces que acuden.
Picassent, situada en la Huerta Sur de Valencia, entre la llanura litoral de La Albufera y las sierras interiores del oeste, es uno de los pueblos más ricos de la región, siendo el cultivo de naranjos, su preciada moneda. Si no has comido una naranja de Picassent, no sabes lo que es una naranja.
La familia les recibe siempre con ganas, de las sinceras, con las puertas de par en par y abrazos de los que sanan. El querer recibirlos más asiduamente es recíproco.
La casa es la de toda la vida, donde han nacido hasta tres generaciones de las numerosas. Donde la genética ha dejado altura, porte, simpatía y otras cosas.
Traspasar el portal gris, acristalado, con los visillos que camuflan el interior, es…cuando sientes Valencia en todos los poros de tu piel, cuando la lengua es la auténtica, el acento te cautiva, sientes que estás en la subcomarca con mayor conocimiento y uso del valenciano del área metropolitana de Valencia.
Los retratos en las paredes te recuerdan que un día, fueron más.
Ella encajó perfectamente desde el primer día, los siente más que familia. Él está en su casa, en sus orígenes, donde su padre «El galán», así lo llamaban en el pueblo, dejó huella aunque fuera corto su cuento. No tiene hora de volver a casa, porque esa es su casa y lo atrapa, ella encantada.
Él sabe lo que es coger naranja, preparar el riego, sanar la tristeza del naranjo, tener que arrancar campos enteros y volver a trasplantar empezando de cero. Mirar las tierras y ver en ellas la figura y sacrificio de su padre; como la lluvia sin control, la gota fría, los desbordamientos te arruinan un año. De lejos a metros sabe distinguir las variedades, donde tú solo ves color naranja. Sabe respirar el olor a azahar y gritar al viento, «Papá, éste será un buen año!»
Cuando la tía pregunta:
_ Nena, de novios te llevaba a bailar?
Ella contesta:
_ No, él me llevaba al huerto.
La tía de noventa y cuatro años, ríe pícara, como una niña de ocho, pese a que la genética ya la está atrapando.
Antes de que salga la blanca flor y el perfume a azahar se sienta desde una avioneta, estaremos de vuelta.
Azahar, en el huerto…QUIERO MÁS.