DESAYUNO FABRICANDO UN SUEÑO

Hay un área del cerebro donde toman forma las experiencias oníricas.
Al despertar muchos sueños se desvanecen y los olvidamos.
Los sueños se pueden fabricar.
La fábrica de los sueños está justo arriba de la nuca, es la «hot zona».
Ella se pregunta, ¿qué parte del sueño es verídico?
El sueño para el cerebro es una experiencia real, experiencias donde la conciencia está activa.
Tiene sueños encadenados, le sirven de válvula de escape y da rienda a su imaginación. Su habitación es el centro del universo. Es la dueña, desde allí cada noche activa la «zona caliente» consciente, no quiere perder el hilo y quiere soñar.
Al acostarse, proyecta fabricar un nuevo sueño. Tumbada desde la cama respira profundamente, un, dos, tres, cuatro…ya siente el estado de relajación, se incorpora, se cubre con la bata blanca de lino y camina por un espacio luminoso sin paredes ni suelo, envolvente. Ni frío, ni calor. Avanza durante unos segundos y llega a una cabaña de madera, de “ensueño”, color miel y troncos redondos. Allí nunca falta ni ropa, ni calzado, ni comida. No importa si llega desnuda, encuentra todo lo que necesita. A veces llega antes, en otras ocasiones alguien ya la está esperando.
Al encontrarse, los dos soñando se funden en un abrazo, de los que duran casi un minuto, con balanceo; cuando respiran hondo, no hay espacio, no saben donde empieza los pulmones de uno y acaba los del otro, la distancia es mínima, es tanta la conexión que mezclan hasta el oxígeno sin saberlo.
Esta vez él ha llegado un poco antes, la estaba esperando con baladas sonando en el gramófono y algún merengue guasón, cóctel de “coco loco” para refrescar la temperatura que hace hoy. La cabaña huele a Caribe, la luminosidad que entra por las ventanas lo confirman.
Él está agotado, mucho estrés en el mundo real, necesita un descanso. Ella tiene algo más de energía, pero una jornada placentera, sin prisas, a ritmo dominicano, «ahorita voy», «ya estoy yendo», puede ser reponedor, para los dos.
Tras un beso pausado y profundo, con las pupilas bailonas, caricias en el pelo, miradas de admiración, “se chequean” como dicen los dominicanos; con las manos aún entrelazadas, mojan los labios con el elixir del coco loco y salen al exterior.
La puerta esta noche, les abre un día en Santo Domingo, a orilla del mar. Deciden caminar, ni siquiera ha hecho falta buscar ninguna prenda más. Dan un paseo por la orilla, el agua es trasparente y se adentran buscando profundidad. Más de una veintena de pasos y el mar sigue sin cubrir, les muestra los corales y contrastes de las aguas malva y esmeralda jugando a destacar.
En la cabaña y alrededores no hay reproches, ni reglas, ni normas que cumplir. Sólo tiempo de caricias, de ternura, de respeto, diálogo lo que más. Ellos se desean y ansían; por encima de todo él admira su fortaleza, su ternura y delicadeza, ella admira su tesón, constancia y sus ganas de complacerla con amor.
Los dos en la fábrica de sueños, son libres. Él hace todo aquello que le gusta más, leer, pensar, la música. Ella escribe, dibuja, modela, pinta, se siente querida y vive, allí ya no tiene que soñar.
Recuerdas haber tenido esa sensación de estar soñando y poder controlar lo que pasa en el sueño?
Si despiertas a las cinco horas de estar dormido, y vuelves a dormir rápidamente, es más fácil que los sueños puedan reproducirse con facilidad. Si aún no lo las conseguido, practícalo.
Fabricar sueños…QUIERO MÁS.
