DESAYUNO JUGANDO A SER MUJER

Último baño del verano.
Quiere apurar el tiempo, sacarle el mayor partido a la orilla del mar.
Tumbada observa a una niña que juega en la arena. Construye futuros. Lleva un biquini de dos piezas, de vivos colores. Deja los cubos y suelta las palas. Empieza a rellenar sus pechos. Está tan ensimismada que no aprecia la atenta mirada.
Cada vez carga más y más arena, va palpando y comprobando si está equilibrado, si está alto, si cabe más…
Sigue llenando, la tela cediendo. Parece que ya está conforme. Ha creado una bonita silueta. Ya en pie juega con su sombra, posturea, se la ve satisfecha. Pega saltitos de alegría y cogiendo carrerilla se adentra en el mar.
Chapotea, el agua en septiembre empieza a estar fría. Se zambuye con sus pechos de arena y…
Disgustada se palpa, se han esfumado, el mar se los ha robado.
Intenta rellenarlos de nuevo con puñados del fondo y nada. Entre las manos se le escurre la arena mojada.
Golpea a puñetazos las olas, patadas y en cuestión de segundos, se le pasa la rabia.
Alcanza su hinchable de unicornio, tendencia del último verano, se sube a él y dirige rumbo al castillo en un aro de arcoiris.
Se desprende de la parte de arriba. Para qué, si nada tiene que ocultar?
Aún hay tiempo.
El unicornio sin correr, cuando toque, la llevará al Castillo para convertirla en princesa.

Jugando a ser mujer… QUIERO MÁS

Amparo Andrés

FOTO: Castillos. Amparo Andrés.