DESAYUNO RECORDANDO UN OTOÑO

Conduce hacia la Alameda, una lluvia de hojas golpea el parabrisas.
Siente el otoño llegar.
El GPS le indica, que su destino está a la izquierda.
Él le ha enviado la ubicación, el local se llama «Llebeig Café».
Acompañando a las hojas, cae también una ligera lluvia.
Ella llega unos minutos antes que él. Cuando lo ve, le parece más alto, pero en verdad es que está más delgado. Él ha estado todo este tiempo, haciéndole visitas y pendiente de su evolución.
Se sientan en la primera mesa, nada más entrar a la derecha. Uno frente al otro, para verse bien las caras. Él es muy distinto de los demás. Espera a que ella se siente primero y le pregunta:
_ Qué tal estás? Cómo te encuentras? Ya vas mejor o qué?
_ Bien. He recuperado movilidad. Ya puedo tener una conversación casi normal. Aún me duelen mucho todos los músculos, necesito calmantes, pero cada vez menos.
_ Yo te veo mucho mejor de la última vez. Creo que aún vas a mejorar mucho más. Ya lo verás, estoy convencido.
_ No sé! Aún tengo muchos olvidos. Pierdo la concentración y aún me desoriento. En los semáforos he de fijarme en la posición de los discos. Aún no distingo los colores.
El camarero les sirve un té verde y agua fría, añade un pequeño bol de chips de patata; ella ni las prueba, él es de las pocas veces que come algo delante de ella.
_ Pienso que podrás recuperarte físicamente, igual lo neurológico es más complicado. Pero sólo lo notarás tú, que te puedes comparar contigo misma, quien no te conozca de antes, no se dará ni cuenta. Los que te conocemos sabemos lo que eras capaz de hacer. Te exigias mucho.
_ Puede ser! El neurólogo dice que hay un dos por cien de pacientes, que se recuperan. No llegan a ser el cien por cien de lo que eran, pero un ochenta o incluso un noventa si. Yo quiero pertenecer a ese dos por cien.
_ Tú ibas al doscientos por cien, suficiente con recuperarte un cincuenta y serás como el resto de los mortales.
Se ríen.
Continuaron más de dos horas hablando, de todo, como siempre que están juntos, de sus padres, de sus madres, de sus hermanos, de los hijos, de las parejas…Él se separó hace un año.
_ Ayer rompí con la chica que estaba saliendo. No me conviene, es una persona divertida, más joven, pero la relación es tóxica, no me veo con ella en unos años. Mejor cortar ahora y no hacerle daño. Y tú que piensas hacer?
_ Seguir los consejos que una persona me ha dicho recientemente, primero recuperarme al máximo, segundo conseguir un trabajo, tener ingresos por mis propios medios y luego el tiempo dirá.
Cuando están juntos no encuentran el momento de acabar. Suelen comenzar las frases a la vez, casi siempre coinciden pronunciando incluso la misma palabra al mismo tiempo, se pueden pasar un buen rato, sin poder acabar las frases, atropellándose el uno al otro. Eso les hace reír a carcajadas y perder el hilo de la conversación. Incluso arrastran la s, cuando dicen si, con la misma intensidad, pronunciando una pequeña m antes del si.
Un cliente interrumpe el encuentro efectuando una llamada. Se les ha pasado el tiempo volando y él había quedado para solucionar unos asuntos.
_ Me tengo que ir. Lo siento! Estaría contigo mucho más tiempo, pero había quedado y…
_ No te preocupes, yo también he de volver a casa.
_ Nos vamos!
_ mmm… Ssi.
En la puerta de «Llebeig Café», se despiden. Ha dejado de chispear y las hojas se han frenado en la caída. Él intenta abrazarla, para despedirse, ella lo evita. Tan solo consigue rozarle la nuca y darle un beso en la frente. Se miran a los ojos y se hablan más que nunca. Se dan la espalda y cada uno camina en una dirección, a paso lento y con dolor. Ella se da la vuelta en un par de ocasiones, pero esta vez no coincide en las veces que él también se gira para verla alejarse.

Por la noche, acostada, mientras piensa, recordando la conversación en el café; el móvil vibra:

Biz (él): Cómo estás?
Biz (ella): Hola señorito. Bien. Ya sé para cuándo va a ser lo nuestro!
Biz (él): Ah, si! Para cuándo?
Biz (ella): Nuestra historia se pospone para la época del geriátrico. Cuando tengamos que dejar la dentadura en la mesilla de noche.
Biz (él): Jajajajajajaja
Biz (ella): Pero pide turno, que para entonces habrá lista de espera.
Biz (él): Jajajaja. Nunca pierdas el sentido del humor. Es lo que más me gusta de tí.

Yo ¡Té!… QUIERO MÁS.