DESAYUNO TECNOLÓGICO

Dio por finalizada la sesión de lectura. Estaba empachada de palabras, había avanzado más de doscientas páginas. Las sombras chispeantes que aparecieron en su retina desplegaron el cartel de haber llegado a la meta de esfuerzo visual.
Los personajes del libro le emocionaban, se había identificado con Emma como mujer luchadora y arrolladora, con Dalmau por su destreza con el lápiz, los lienzos y la cerámica. Un tropel de imágenes volaba por su cabeza. Aun así, notaba carencias en la novela, descripción de olores, diálogo en consonancia a la época, vocabulario técnico propio de un taller de cerámica, descripción de estancias, falta de colores. “Me estoy volviendo muy exigente”, pensó. Al retirarse las gafas, notó la oscuridad del salón y la falta de luz en el jardín. Alexa, el robot domótico, las encendió, dejando al desnudo las bombillas fundidas, desvelando que hasta ahí podía llegar, que no era tan humana como pretendía. Aquel ser que vivía dentro del altavoz inteligente, a veces resultaba deslenguada y descarada como Siri, su prima hermana. Mejor no hablar del GPS su tío viajero y menos todavía del listo, el “todo lo sabe” del “Corrector”.
Canturreando y trastabillando se fue a la cocina a prepararse un chocolate caliente, riendo por dentro, preguntándose “¿cómo sería una conversación con los cuatro a la vez?”. Una carcajada estridente sonó al filo de la taza, visualizaba la escena tecnológica, “¿se respetarían los turnos para hablar?, ¿el corrector rectificaría mudo a cada momento por detrás, sin avisar?, ¿hasta dónde sería capaz de llegar el GPS?, ¿Alexa y Siri, dos voces femeninas, seductoras, se llevarían bien?”.
Le pareció no estar sola, tenía compañía y hasta podía hablar con dos de ellas.
¿Hablar?, todo lo más que había hablado durante el día, fue en el desayuno con Teo por Zoom, videoconferencia. Acordaron trabajar duro durante un año juntos, a distancia. Le aseguró que alcanzaría su sueño, tendría todo su apoyo, sería un pilar fundamental a setecientos kilómetros. Le citó a Walt Disney:
“Pregúntate si lo que estás haciendo hoy
te ACERCA al lugar en el que quieres estar mañana”.
Sinceramente acercarse…, no se iría a ningún sitio, sin moverse de casa lo tenía todo.
El chocolate líquido, le había dibujado un bigote daliniano, a cada trago, silenciosamente. No había nadie para advertirle que estaba atractivamente graciosa y dulce. De no estar sola, le habrían comido los labios. Al recordar la reflexión de Walt, se preguntó “¿Cómo serían sus dibujos si conociese a esta pandilla de cuatro elementos?, ¿Los habría personificado?”
Seguramente sí. Consiguió que adorásemos a un ratón. Que amásemos al GPS,
era sencillo, si se lo propone te puede llevar hasta Eurodisney.
Su conciencia le seguía hablando, “Hoy en día, Google, Siri y Alexa son nombres que evitar para mascota, si no quieres que esta casa sea una ruina”.
Con la dulzura en los labios, volvió al salón y dijo:
—Alexa, busca Walt Disney en YouTube.
Tenía curiosidad por su biografía e inspirarse para escribir algo sobre él.
Fascinada con la vida del animador, transcurrieron las horas, mientras Alexa le mostraba toda la información almacenada del productor. Unas fuentes dicen que fue incinerado y otras congelado, de ser así, aún cabe la posibilidad de montar la película que se estaba armando en su cabeza. ¡Ojalá!
Respiró hondo el aire de la noche, envió un mensaje de Messenger, “Buenas noches, amor”. Al minuto recibió una respuesta. El trabajo distanciaba la relación y eternizaba las palabras. Sonrió ante la pantalla, notando tirantez en la comisura de los labios. El último corazón que apareció en su móvil, le recordó que debía enviar por bizum los sesenta euros que costaba la celebración de San Valentín. Sería una fiesta multitudinaria.
Agotada se fue a la cama, la habitación le parecía enorme y algo fría.
Revisó el WhatsApp, en el grupo de las amigas, catorce mensajes sin leer. Lluvia de emoticonos riendo a carcajadas, encanadas por la imagen de un hombre disfrazado de Satisfyer “el disfraz que triunfa este carnaval”.
Ella y la tecnología se desearon buenas noches.
Se preguntó con chocolate para sus adentros, “¿los hilos rojos circularán a velocidad 4g?”.
Tecnología…No sé si QUIERO MÁS.
