Hoy desayuno con él. Desayuno con diamantes. Tallado y pulido. Para no caer en la monotonía, decidimos desayunar en la orilla de la playa. Madrugamos, seleccionamos nuestra parcela, imaginamos paredes, ventanas, fachada; le ponemos límite extenso a nuestro apartado. El termo derrama café al verterlo por el polo opuesto, en la taza la cascada salpica, nada es perfecto. Nos mezclamos con bebida vegetal, nos endulzamos, agitamos, removemos, templamos primero y luego saboreamos, hasta la última gota. Nos ponemos al día de las anécdotas del trabajo. Como el mar le curte la piel, como desgasto saliva y suela de zapatos a golpe de tacón. A veces los números salen según lo esperado. De que no salgan, sabemos un rato. Apetece un baño, al vaivén de las olas, bailando en ellas al mismo ritmo. No hacer pie me da vértigo, miedo no; no hay capitán con más experiencia que él. Sin darnos cuenta, nuestros límites imaginarios, han sido conquistados. Tenemos un imán para atraer intrusos, curiosos. Mira que es grande la costa, pues no, a la verita nuestra para ver si algo bueno se les pega.
De lo bueno…
QUIERO MÁS!
Hoy desayuno con él
