Por la puerta grande

Desayuno a domicilio se inaugura por la puerta grande. Sergio Ombuena me abre las puertas de su balconcito. Para ello ha convencido a su Churry en sueños; ha invitado a Elvis, para que fuéramos cuatro. Nos gustan más los pares que los impares. El balconcito es inmenso, cabe todo aquello que te puedas imaginar. Nos acoge en un primer momento, mientras su anfitrión cuenta como se ha despojado de 30 hojas caducas, intentando echar raíces en otra tierra, más fértil, más pura, limpia y sin ataduras. Un foco de luz matinero nos calienta el rostro y nos invita a pasar a la intimidad, donde la conversación se centra, en Marte, Venus, el Rey, en disfraces de perro, tortuga, pájaro. Descubro a una mujer interesante, dulce, culta, enamorada, preocupada de lo que imagina, descubro en ella parte de mí y me enseña más de lo que ella cree que sabe.
Hago un recorrido por los lomos que encuadernan y engalanan la sabiduría de ella, su campo es amplio y en la otra esquina me topo con él. De fondo los cristales que llenan y riegan las palabras del Rey, ni medio llenas ni medio vacías, las veo rebosando y tintineando con ganas de invitados.
Por un momento pienso que estoy en un partido de tenis, siguiendo la pelota y los reveses, curiosos, como en todos los partidos de dos contrincantes, al momento es un partido amistoso con empate. Como todo árbitro tengo un favorito, creo que hoy para mí, gana ella. Habrá que repetir para desempatar y así hemos quedado, en otra pista, en otro balconcito, con otras plantas, otras tumbonas, otras tazas, otro bizcocho.
Y así lo dejo, sin retoques, sin matices, fresco y apetecible.
Quiero más!
Gracias a Sergio Ombuena y Pepa Gallego